Estamos en
vísperas de campaña electoral y como tal ya nos llegan las diferentes promesas de los distintos partidos. Desde aquí no tomaremos posición por ninguna de las candidaturas, ya que como siempre hemos indicado, nuestra labor se circunscribe
únicamente al pueblo de La
Garrovilla, !nuestro pueblo!.
No obstante, el tema de la educación nos interesa como al que más y de hecho ya hemos puesto algunos comentarios al respecto (vídeo del juez de menores). Ahora queremos destacar un artículo del escritor Arturo
Pérez Reverte en el semanal
XL nº 1052 del pasado
més de Diciembre. Titulado "
Permitidme tutearos, imbéciles".
Cuadrilla de golfos
apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno.
Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y
ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin
mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este
autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de
autocrítica y vuestra
cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los
meapilas del
Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la
Logse de
Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de
Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo
Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y
Cataluña. Y en cuanto al
Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de
Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el
chat y el
sms». Con dos
cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –
recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de
Hispania grecorromana, de
Quintiliano a Miguel
Delibes pasando por
Cervantes,
Quevedo,
Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y
génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu
igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’
alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate,
descoordinación, confusión y
agrafía, no la tenéis los políticos
culturalmente planos.
Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y
Gasset,
Unamuno,
Cajal,
Menéndez Pidal, Manuel Seco,
Julián Marías o
Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el
franquismo: Juan
Marsé,
Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel
Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo
Díez,
Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos,
rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.